La cantante ha fallecido en su casa de Küsnacht (Suiza), según su representante
No se puede utilizar mejor definición para ella: la reina del rock and roll. Nada menos. Tina Turner ha muerto este miércoles a los 83 años, según ha confirmado su representante. “Tina Turner ha fallecido en paz hoy a la edad de 83 años tras una larga enfermedad en su casa de Küsnacht, cerca de Zúrich (Suiza)”, afirma el comunicado. “Con ella, el mundo pierde una leyenda de la música y un modelo a seguir”. Llevaba retirada desde 2013 y sufría un cáncer intestinal, diagnosticado en 2016, y un trasplante de riñón en 2017.
Es difícil encontrar en la historia del rock a una cantante tan influyente, popular y con una vida tan complicada. “La lista de obstáculos es larga: una infancia infeliz, el abandono, un matrimonio violento, una carrera estancada, la ruina económica, la muerte prematura de miembros de mi familia y múltiples enfermedades”, cuenta en la introducción de sus memorias, La felicidad nace de ti, que publicó en 2021. Pero salió adelante, trastabillada y también fortalecida y creando un estilo propio que abrió camino para las cantantes negras del rock y para muchas estrellas blancas. Mick Jagger reconoció que había diseñado su manera de dominar a una audiencia viendo a Turner moverse en un escenario. Su lista de éxitos es larga: Proud Mary, River Deep, Mountain High, What’s Love Got To Do With It o The Best.
También desafió los convencionalismos sexuales. En los sesenta, cuando empezó su carrera con Ike Turner, su presencia era volcánica, exuberante. Ahí empezó a forjar su estilo, heredado del gospel, del soul y del incipiente rock. Turner gozaba y sufría las interpretaciones a la vez que ocultaba la tragedia de un matrimonio repleto de abusos. La tortura física y psicológica que le propiciaba Iker Turner le llevó a un intento de suicidio.
Turner nació como Anna Mae Bullock el 26 de noviembre de 1939 y se crió en Nutbush, Tennessee. “Me trajeron al mundo en un sótano sin ventanas relegado a la maternidad de mujeres de color en el hospital del condado. Mi madre, Zelma, era cariñosa con mi hermana, pero conmigo era distinta. Yo sabía que nunca me había querido. Esa es una carga pesada para una niña pequeña”, escribió en sus memorias.
Cantó en el coro de la iglesia de su ciudad y a principios de los sesenta se integró en la banda de Ike Turner. En seguida Ike vio el potencial de Tina y comenzó a diseñarla para el éxito, ejerciendo un control físico y psicológico. Los éxitos, mientras, comenzaron a llegar, con canciones como A Fool in Love. Pero el fuerte del dúo eran las actuaciones en directo, donde Tina, según confesó luego, desataba toda la rabia ante la opresión que vivía lejos de los focos. Ya en los setenta, Ike y Tina Turner se convirtieron en el evento preferido de las estrellas blancas del rock.
El dúo y su banda fue telonero de los Rolling Stones, Elton John o The Who. No había mejor espectáculo para animar a una audiencia. A finales de los setenta, Tina consiguió el divorcio. Por una parte estaba aliviada, pero por otra tenía que empezar de nuevo, ya que Ike tenía bien atados los asuntos legales y le puso todas las trabas para que no pudiera relanzar su carrera.
Y en los ochenta, renació. Cambió el sonido, se adaptó a los tiempos y entregó piezas de pop de producción espumosa que llegaron a los primeros puestos de las listas de éxito. El disco Private Dancer (1984) la convirtió en una estrella incluso más grande. Posteriormente editó Break Every Rule (1986) y Foreign Affair (1989), que contenía el exitoso sencillo The Best. Tina Turner se había adaptado a los tiempos y entrado en el sonido de sintetizadores de los ochenta, pero aportado su torrente de voz, dolida y hambrienta y unas actuaciones en vivo que parecía que el escenario iba a arder.
Turner también tuvo presencia en el cine. Interpretó a la Reina Ácida en la versión cinematográfica de Tommy de Ken Russell, la ópera rock de The Who y también participó en Mad Max Beyond Thunderdome, en 1985.
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