La música que te mueve!

... y que te hace feliz ;-)

Fue la noche mágica del 8 de marzo de 1981. Fútbol y música.

«I’d like to introduce a friend of yours: Maradona», la frase con la que Freddie Mercury invitó al escenario de Vélez a Diego Armando sólo sirvió para que el público argentino estallara una vez más en esa noche mágica que fue el 8 de marzo de 1981, cuando Queen cerró su única gira por la Argentina -después de la muerte de Mercury, la banda volvería sin su legendario líder en 2008 y 2015-, luego de recorrer Mar del Plata y Rosario.

Recién llegado a Boca (donde había debutado el 22 de febrero) Maradona ya era crack y campeón del mundo juvenil, en Japón 1979. Y su idolatría en el pueblo argentino crecía a la par de su evolución como futbolista. Desenfadado como siempre, a los 21 años tomó el micrófono y dijo: «Le quiero agradecer a Freddie y a los Queen por hacerme tan feliz». Inmediatamente después anunció el siguiente tema: «Y ahora, Otro muerde el polvo» («Another one bites the dust»).

«Le quiero agradecer a Freddie y a los Queen por hacerme tan feliz»

La visita de Queen, una de las más magníficas bandas de rock de toda la historia, se dio en un contexto muy especial. La Argentina vivía aislada del mundo a causa de la dictadura militar que cinco años antes había tomado el gobierno. Por lo tanto, no eran frecuentes las visitas internacionales.

Futboleros como la mayoría de los ingleses, Freddie Mercury, Brian May, John Deacon y Roger Taylor querían conocer a Maradona, ese chico que casi un año antes (el 13 de mayo de 1980) había brillado en un amistoso contra Inglaterra que terminó 3 a 1 para los locales, y en el que Diego protagonizó una jugada muy similar a la que en el Mundial de México, en 1986, se convirtió en el mejor gol de todos los tiempos. En el césped de Wembley, Pelusa definió antes de la salida del arquero, y la pelota se fue besando el poste derecho.

Queen había llegado para abrir su serie de shows con un gran recital el 28 de febrero en Vélez. El público explotó en el Amalfitani nuevamente el 3 de marzo y tras las presentaciones en Mar del Plata y Rosario, llegó el gran cierre, el 8 de marzo de 1981. En el backstage, a la espera de subir al escenario la banda tuvo lo que quería: a la estrella del fútbol nacional. «Tener al gran ídolo del país era como recibir una bendición», recordaría años más tarde Roger Taylor en una entrevista. El grupo y el crack intercambiaron palabras de admiración y camisetas. Maradona posó con una remera con los colores de la bandera británica, que May vestía en los recitales, la corbata de seda roja de Freddie y las baquetas de Taylor. Mercury se calzó una casaca de la selección argentina. Fue también uno de los primeros acercamientos entre dos mundos unidos por la pasión: la música y el deporte.

La serie de fotos que inmortalizaron ese momento se convirtió en una postal eterna. Porque solo un año después, la Guerra de Malvinas alejó a los pueblos de la Argentina e Inglaterra. De hecho, no faltó quien cuestionara al Diez por vestir los colores del Reino Unido. Después de lo que sucedió en 1982, ni a Queen le hubiera resultado tan sencillo tocar en el país, ni Diego hubiera posado con la bandera británica. Incluso, Maradona padeció tanto ese conflicto bélico (por su edad y por haber hecho el servicio militar, podría haber sido citado para combatir en Malvinas), que recién encontró algo de paz después de «vengar» deportivamente y en el campo de juego de México 86 la dolorosa derrota en el campo de batalla.

Por contexto del país, del gran momento de la banda británica y de la presencia de Diego en la Argentina, el encuentro entre Queen y Maradona se convirtió en un hecho único, que solo pudo haberse concretado porque los planetas se alinearon en el momento justo. Fue, sin dudas, una especie de magia.

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